Tengo la extraña sensación de que estoy siendo exhortada a estar al lado de un árbol toda mi vida, mirando a las hormigas que pasan con trocitos de comida y otras que pasan con sus compañeras mal heridas, siempre había pensado que se las llevaban por algún tipo de amor fraternal al hormiguero para enterrarlas a su modo, pero el otro día escuche que se las comían (jajajaja).
Decir que estoy flotando sería un halago casi empalagoso en estos momentos porque tengo los pies tan puestos en la tierra que las hormigas ya están creyendo que soy un árbol y de vez en cuando se suben en mi, molestan un poquito, pican, pero aún tengo brazos y las mato.
De alguna forma merezco ser inducida a quedarme, no tengo palabras ni maneras para evitar perderme entre las hojas, y parece no haber nada que niegue mi disposición.
Torcer un brazo es fácil, pero cuando son miles que te empujan, te empujan, te empujan, sin algo que te haga desenmohecerte, no hay nada más que rehusarse a moverte.
Secarse hasta que la piel tenga grietas, partida, fisuras que marquen todo, que nada vuelva a mi otra vez, no, nunca más otra vez.
me encanta lo d las hormigas, es una síntesis de las masas humanas aplicable a múltiples contextos, desde la sistematización de la vida, hasta una vista aérea del paseo ahumada, somos hormigas, cuando se las llevan inertes para alimentarse es en gran medida una comparación a nuestros actos, somos como nos vemos para lograr favores, somo complacientes sin escrúpulos porque en un tal vez esa persona puede ser hasta nuetro jefe y tener una buena imagen es esencial...
ResponderBorrarme encanta tu cabeza eve, muy original