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No-lo-sé.




Puedo estar horas, días, semanas, ¿años?, y yo aun no-lo-sé.


Estoy sacando hasta el último fruto del campo, no soy capaz de dejar ni uno solo, pensar que abajo de el puede estar lo que busco, me hace tomar una actitud casi de asesino en serie, meticulosa, pensativa, maligna, morbosa, como sea debo buscar hasta en el último rincón del campo, ¡debe quedar algo!, ¿o es que el campo nunca existió?, esa seria la única explicación posible de que ya no encuentre nada en el, que no exista este dichoso campo.

¿No existe?, pero si yo lo puedo ver, lo puedo sentir, sentir la frescura del aire con la tierra mojada, mis pies aun siguen aquí pisando la maldita hierba que creció, que se expande y no me deja encontrar la semilla que se quedó olvidada por algún desgraciado descuido.

De cualquier manera, yo me quedaré aquí esta noche y algunas más que sigan adelante, desvelando mis ojos, buscando, meticulosa, morbosa. Buscando en el último fruto que no me de razones, sólo sentimientos, de esos puros que cayeron frente a la muralla.