lunes, 17 de marzo de 2008

Gravity.- (A perfect Circle)


Quizás fue un domingo de eso no hay certeza, pero si de la hora, fue en esa hora detestable donde el calor se hace pesado y todo pareciera verse obsceno. Ahí iba él, peludo, desnutrido y sin nombre, yo creo que le daba igual el asunto del nombre, no creo que le importe la identidad y las denominaciones. Al parecer su mundo se concentra en otras necesidades, para nosotros un poco básicas, pero para él lo son todo. Aunque le faltaba una, la comida podrida de la basura, el agua aconchada en los rincones de algunas calles y la sombra de bajo de los paraderos no eran suficientes, siempre, desde que tuvo memoria busco otra cosa, uno de su especie no se lo puede dar, de hecho lo aprendió como casi todo en esta vida, con heridas que lo hacen caminar chistoso y que condicionadamente de recuerdan que con ellos no esta lo que busca.
A veces, algunos le hacen cariño, pero ese supuesto domingo no fue asi, lo delirante de la temperatura lo hizo más invisible de lo común, hoy no tendría nisiquiera la posibilidad de menear la cola, ese movimiento que lo hace sentir tan bien no estaría hoy allí.
Camino con el calor arriba de sus orejas, con su miserable cuerpo que apenas se sostenía, pero a el que le importaba, la vida no es una opción en su cabeza, quizás para el no haya diferencia por eso no le importe ese apestoso calor, aunque a veces, cuando los viernes a las siete de la tarde alguien lo mira pareciera que la idea de la vida existe vagamente en su cabesita, sobre todo cuando se van y lo dejan tal cual de miserable como siempre, hay algo en esos segundos cuando el espera y ellos se van que lo hace sentir una necesidad diferente, extraña, de alguna manera sus sentimientos le dicen que debe seguir intentando, seguir moviendo la cola, puede que ellos le den de nuevo ese algo, y quizás algo más.
Pero hoy no, hoy el espesor del ambiente lo hacia sólo andar y andar, sin dirección. Anduvo por horas, pero las horas no hacian que terminara de sofocarse, entonces seguía andando, hasta que de repente sintió el sonido más estrepitoso y alarmante de toda su vida, y junto con él el instinto más grande de sobrevivir.
Nadie se dio vuelta a mirar, con ese calor estupefaciente hasta dar vuelta la cabeza era un fastidio.
Las horas habían pasado y finalmente llegó la noche, creo que definitivamente era domingo porque no había nadie en la calle, solamente un domingo puede ser tan solitario, no son muchos los que le gusta verlo de noche. Ahí estaba Ramón, el si tenía nombre, pero pocos lo sabían eran más los que creían que el no lo tenía.
Ramón se apartó de su rincón, en el cual muchas veces lo confundieron con una bolsa de basura, para ir a la cuneta y sacar a Él de ahí. Ramón lo había visto un par de veces pero no lo había notado hasta cuando lo vió morir, por eso quizás lo fue a recoger, siempre el ha sentido que es de los únicos que son invisibles, hasta ese momentos, cuando recordó a ese maltratado perro moviéndole la cola y el pensando en el vino de ayer.
cuando lo fue a botar al tiesto de la basura pensó estoy seguro que no estas mejor ahora, porque siempre habías elegido la otra...

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